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Escrito por Kilian Suárez, ingeniero desarrollador en AIDA.

En el cole de mi hija de 7 años están inmersos en un proyecto educativo para dar a conocer las profesiones. La verdad es que con este proyecto aprenden un montón de cosas sobre distintas profesiones y a los niños les encantan porque se disfrazan, realizan talleres, les visitan papis o mamis contándoles lo que hacen, etc. Y bueno, quería aportar mi granito de arena y enseñarles una de las principales actividades que hacemos aquí en AIDA, que es la programación. Así que se me ocurrió la idea de hacerles un taller de robótica.

Cuando se lo comenté a la profe, le pareció una idea genial, así que me puse manos a la obra. Yo ya disponía en casa de un robot muy chulo que sus majestades los Reyes Magos habían traído hace algunos años. Uno de los aspectos que más me gustan de dicho robot es que no hace falta ni teléfonos móviles ni tablets para poder usarlo.

La gran pregunta era cómo plantear el taller para niños tan pequeños y que, además, fuera dinámico para que pudieran participar y no se aburrieran. 

Este robot tiene dos modos, un primer modo “line” para seguir una línea negra sobre un fondo blanco y un segundo modo “code”. 

Partiendo desde aquí, lo que les planteé a los niños fue un primer reto donde, utilizando una cartulina blanca, dibujaran una línea negra bien gorda y con muchas curvas. Se dividieron por grupitos según iban iban terminando, ponía a “BOTI”, que así fue como mi hija bautizó al robot, sobre la línea a ver si era capaz de seguirla. Lo hicieron bastante bien, la verdad, porque en muchos grupos, BOTI fue capaz de completar todo el trayecto.

El segundo reto fue ir proponiendoles desafíos cada vez más complicados usando el modo “code”. BOTI consta de un mando a distancia desde donde puedes enviar comandos para que avance, retroceda, gire a la izquierda o a la derecha. Entonces, yo les proponía un desafío para que llegara del punto A al punto B, usando unas tarjetitas que eran los mismos comandos con los que cuenta el mando a distancia. Ellos tenían un tiempo para decidir en grupo, qué sucesión de tarjetitas usar y luego, los que fueran terminando, reproducían esa “programación” con el mando ordenando a BOTI cómo debía moverse. La gran mayoría supieron resolver los desafíos.

Una vez terminado y superados los desafíos, lo que quise que entendieran, es que los robots no hacen nada si las personas no le decimos lo que hacer y cómo hacerlo.

Por último y como colofón, hice un último reto con todos sentados a mi alrededor. BOTI debía alcanzar una pelota, cogerla y empujarla hasta una portería. La primera vez no me salió, no di las órdenes correctas, pero a la segunda, el grito de todos los niños diciendo a la vez “GOOOOOOOOOOOOOOOOL!!!”  retumbó por todo el colegio. 

Gracias al CEIP En Arucas y a Inés, la profe de mi hija Irene. 

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